
Senderistas contra la violencia de género

Un centenar de senderistas caminan para reivindicar una sociedad sin violencia.
La mañana del domingo 15 de Noviembre amanecía fresquita y con niebla, aunque el casi centenar de senderistas que se daban cita a las 9:00 de la mañana en las inmediaciones de la Plaza de la Encamisá, sabían que la niebla era el presagio de una estupenda mañana para recorrer los caminos de Torrejoncillo, a los que el otoño les sienta muy bien.
Se trataba esta vez de caminar para protestar contra esa lacra de nuestra sociedad que es la violencia de género, que tanto daño nos hace. Hemos querido reivindicar un entorno sin violencia ni maltrato, en el que todos respetemos nuestras diferencias pues nadie es dueño de nadie.
La marcha, que contaba con la colaboración del Ayuntamiento de Torrejoncillo, Universidad Popular, Dinamización Deportiva de la Mancomunidad Rivera de Fresnedosa, Oficina de Igualdad, Asociación Cultural de Torrejoncillo, Asociación de Amas de Casa “Virgen de la Esperanza “ de Valdencín y Asociación de Amas de Casa “María Inmaculada” de Torrejoncillo, y discurrió a lo largo de 9 kilómetros de dificultad baja, bajo la batuta maestra de Elías Rodríguez, recorriendo diversos caminos de nuestro pueblo: Calle del Arroyo Lugar, Camino de Pedroso de Acím, Camino del Pino, Vereda del Toconán, Camino de las Mesas, Camino del Cerro Santo, Camino del Manjuelo y Plaza Mayor, donde se guardó un minuto de silencio a las 12:00 del mediodía en memoria de los asesinados en los terribles atentados de París.
La ruta discurrió en torno a un ambiente muy agradable y distendido en medio de un campo que estalla en colores, del que todos hemos disfrutado, desde ,los más mayores hasta el más pequeñín, Héctor , que ya es todo un experto senderista.
Y como no hay caminata que se precie sin un final como mandan los cánones, pues ya el refranero español recoge el dicho de que “con pan y vino se anda el camino, y no con mozo garrido”; la comitiva de senderistas terminó en el Bar Avenida, donde dimos buena cuenta de un generoso ágape, que puso el broche final a una mañana llena de sensaciones, de esas que cada uno guarda en su particular caja de tesoros.
Todos regresamos a nuestros asuntos sabiendo que habíamos caminado en pos de una buena causa, y que para terminar con la violencia necesitamos corazones que latan al unísono. Si dejáramos actuar al corazón, la violencia correría a esconderse en el rincón más oscuro, pues estoy convencida de que el amor y la solidaridad han de ser capaces de vencerla. Porque somos más los que creemos en la libertad como valor inalienable de las personas, ese que pretenden matar los cobardes. Por eso, “ni golpes que duelan , ni palabras que hieran”, por encima de todo somos libres y nadie ha de arrebatarnos nuestras ansias de volar y sentirnos vivas y vivos.
Mª José Vergel Vega
Muy guapas!!